Entonces el gobierno de Estados Unidos comenzó a preocuparse de que la gente pudiera usar las impresoras a color para, por ejemplo, copiar dinero. Si antes del boom de las máquinas un estafador debía tener su propia imprenta para copiar billetes, ahora ya no hacía falta, al menos esa era la teoría.
Al mismo tiempo, la compañía Xerox quería asegurar al gobierno que no había forma de que alguien fuera capaz de usar sus fotocopiadoras para realizar las copias de dinero, así que desarrollaron de forma secreta una forma de incluir en cada papel impreso un mapa de la fuente con información extra.
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