Los bancos responden que su seguridad es infalible y que lo más probable es que el cliente haya sido engañado y negligente. Es cierto que esto puede ocurrir, pero no siempre es así, las denuncias nos suelen llegar en bloques, por banco afectado, y es difícil creer que haya tantos internautas que se aventuren a utilizar la banca on-line sin haberse informado antes y haber adoptado unas mínimas cautelas. Conclusión: David y Goliat ante el juez.
Parece que las entidades bancarias han optado por proteger su imagen y que sea un juez el que determine en cada caso quién debe responsabilizarse del phishing, quien ha sido negligente en el cuidado de las claves, el banco o el usuario. Los forenses informáticos tienen mucho trabajo por delante.
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