El fraude de los cartuchos de tinta es tan grande que incluso llegó a la Corte Suprema de los Estados Unidos («Impression Products v. Lexmark»), pero hay algo más: Varios modelos de impresoras mezclan un poco de tinta cian con el negro, acelerando el consumo del cartucho a color. La tinta es costosa, los cartuchos son pequeños y los controladores repulsivos, el modo inalámbrico no funciona casi nunca «y» es un riesgo de seguridad… inaceptable. McConnell llama a un cambio radical en el modelo de impresoras de chorro de tinta, aunque al principio básicamente nos da la respuesta: Abandonar esa tecnología, y adoptar una impresora láser cuyos toners sean fáciles de hackear/rellenar.
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